El nuevo disco de Andrés Calamaro llega como una de las noticias más esperadas de la música de nuestro país. Ya las reseñas vuelan y no hay parece haber nadie que pueda cuestionar la calidad de esta increíble playlist que nos trae este flamante lanzamiento.

El Salmón se internó durante cuatro días en el estudio para grabar doce canciones bajo el estandarte de la “vieja escuela”, apuntalando las bases de este álbum mediante tomas directas, dejando de lado las correcciones y retoques olvidándose casi por completo de la posproducción.

Escoltado por un equipo de talentosos músicos estadounidenses, Calamaro estuvo acompañado, como siempre, por su fiel tecladista, Germán Wiedemer, quien una vez más demostró su impecable calidad para los arreglos.

Además se unieron a la tripulación el guitarrista Rich Hinman, que ya se ha ganado cierta reputación como “mago del pedal Steel” y el productor Gustavo Borner.

Con esta incuestionable camarilla, el Salmón se lanzó en una cruzada de vuelta a las raíces, experimentando con diversos géneros, pero siempre dejando en el paladar un gusto añejo a sus primeros tiempos en los Rodríguez así como a sus primeros pasos de carrera solista.

 

Y es que la versatilidad de este increíble músico, siempre a medio camino entre la vieja Madrid y las convulsas calles de Buenos Aires se puede ver como nunca en este impresionante disco que muestra a Calamaro más vivo que nunca.

 

El emblemático compositor nos hace sentir que nos ha subido a una canoa y nos lanza sin supervisión a unos rápidos caudalosos y amenazadores. Pasamos rápidamente del más clásico rock nacional para girar bruscamente hacia soul tranquilo de medio tempo.

Nos encontramos de pronto con un blues triste y melancólico, crudo a más no poder, y de ahí, entre rancheras y rock duro llegamos al punto final del viaje casi sin darnos cuenta, donde cede protagonismo a ese increíble elenco de músicos norteamericanos que se relajan con una zapada que a más de uno pone la piel de gallina.

Calamaro habla de todo en este nuevo disco: desde las amistades de ruta y la vida nómade del rockstar, hasta críticas de corte político hacia los gobernantes, pero también a todos esos revolucionarios de redes sociales que proliferan en los nuevos medios de internet.

Definitivamente, con este disco, el  Salmón nos muestra que todavía hay Calamaro para rato en nuestra música.