La muerte de Juan Gabriel sacudió al mundo de la música aquel 28 de agosto cuando fue anunciada la noticia hace dos años atrás. Todo un acontecimiento para aquel 2016.
Alberto Aguilera Valadez fue un artista muy querido en todo el mundo y especialmente en la comunidad mexicana. Un músico que empezó desde muy chico y muy desde abajo. Su vida es una historia absolutamente emotiva, a tal punto que se llegó a realizar una película, protagonizada por el propio cantante. Fue un artista tan amado por el público como polémico.
Fue siempre un personaje particular, con su ropa llamativa y de colores estridentes, con su costumbre de maquillarse y con su peculiar forma de bailar. Los rumores en torno a su sexualidad siempre fueron una nube que lo seguía a todas partes, pero él jamás se mostró perturbado por eso, y siempre que se le preguntó, dio respuestas evasivas y enigmáticas. Estuvo preso y vivió en la pobreza.
Cuando la noticia de su muerte se hizo pública, el suceso llegó a cada rincón del mundo y personalidades de toda clase rindieron honor al astro musical. Raphael, Julio Iglesias, Plácido Domingo y José Luis Perales fueron algunos de los artistas que dedicaron unas palabras a quien fue probablemente una influencia para todos ellos. Además, mandatarios del calibre de Peña Nieto y Barack Obama también conmemoraron el deceso del artista.
Pero parece que la polémica no lo ha abandonado tras su descanso final. Hace unos días surgió el rumor, puesto en marcha por el mismo mánager, Joaquín Muñoz, de que en realidad Juan Gabriel no estaba muerto, sino que estaba escondiéndose debido a problemas personales que le habrían surgido por aquella época. Como es de esperarse, el chimento revolucionó a todos los medios, tanto de internet como de televisión e impresos.
Para aclarar un poco el asunto, el programa llevó un polígrafo para comprobar las declaraciones de Muñoz. El curioso procedimiento dejó un resultado bastante curioso.
Se le hicieron todas las preguntas de rigor, a lo que el hombre respondió con absoluta sinceridad, según los datos de la máquina. Pero entonces, en la última pregunta, se lo interrogó acerca de si estaba seguro de que se trataba del verdadero Juan Gabriel, a lo que el detector de mentiras lanzó un resultado negativo.